Los medios de
todo el mundo han recogido en sus portadas las supuestas declaraciones
de Fidel Castro al periodista estadounidense del periódico The Atlantic
Jeffrey Goldberg y a su “acompañante” Julia E. Swing hace pocos días en
La Habana. Según afirma el periodista, el líder de la revolución cubana
afirmó: “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”. El
clamor mediático presentó esta frase como la prueba de que Castro
reconocía el fracaso del socialismo cubano. “No es un gran
descubrimiento, pero es el reconocimiento de una realidad largamente
negada. Los defensores de la ortodoxia marxista se ven huérfanos de su
último héroe”, afirmaba eufórico en los sumarios el periódico italiano
Il Giornale, propiedad de la familia Berlusconi. Hasta The Atlantic
incluye en su página web un viejo fragmento de un capítulo de Los
Simpson donde Fidel Castro propone a la dirigencia cubana abandonar el
comunismo1.
Hicieron falta sólo cuarenta y ocho horas
para que comandante cubano desmintiendo el segundo titular de Goldberg y
afirmando precisamente lo contrario "El sistema capitalista ya no sirve ni para Estados Unidos"2.
Aunque esta reflexión de Castro es suficientemente clarificadora de su
pensamiento, no debemos dejar de analizar lo publicado por el periodista
estadounidense para comprender cómo las ideas de Fidel Castro y lo
publicado no podían tener nada en común.
Pasemos a conocer las dos partes en las que se divide el texto publicado por Goldberg en su blog, el 7 de septiembre3 y el día siguiente4.
El primero lo titula enfrentando a Fidel Castro con el presidente iraní Ahmadinejad: “Fidel a Ahmadinejad: Deje de calumniar a los judíos”. Goldberg comienza relatando que, al conocer la invitación del líder cubano, “entonces llamé a una amiga al Council on Foreign Relations, Julia Sweig, quien es una destacada experta en Cuba y Latinoamérica”. Más tarde hablaremos de esa mujer y de esta organización. El vuelo de Estados Unidos a Cuba despierta en Goldberg dos afirmaciones con clara intencionalidad: que en su avión viajan numerosos cubanoamericanos que llevan televisores de pantalla plana y computadoras para sus familias en Cuba “tecnológicamente desprovistas”, y que el aeropuerto de La Habana está “casi vacío”. Sus primeros comentarios al ver a Fidel son igualmente intencionados: “Un débil y envejecido Fidel se levantó para saludarnos”.
Sobre
las personas que le acompañaban afirma el periodista que había: “varios
guardaespaldas, todos los cuales parecían haber sido reclutados en el
equipo de pressing catch de Cuba. Dos
de estos guardaespaldas sostenían a Castro por el codo”. He estado en
varias ocasiones con Fidel Castro, alguna de ellas en el lugar que
deduzco de ese mismo encuentro, una sala del Palacio de Convenciones, y
puedo asegurar que, al tratarse de un sitio oficial y suficientemente
custodiado desde fuera, no requiere guardaespaldas de pressing catch que, por otro lado, nunca he visto en Cuba.
La
primera pregunta de Goldberg a Fidel es bastante vacua: si su
enfermedad ha provocado en él un cambio de opinión acerca de la
existencia de Dios, momento en que el periodista se califica de ex
socialista. Después afirma que “Castro es el abuelo del
antiamericanismo global”. Una vez más, el estadounidense confunde
América con Estados Unidos, Fidel Castro es americano, no puede ser
antiamericano. Pero tampoco es antinorteamericano, cientos de veces ha
recordado su admiración y reconocimiento por el pueblo de Estados
Unidos, recordemos su oferta de enviar una brigada de cientos de médicos
a Nueva Orleans tras el huracán Katrina. Quien sí es anticubano es el
gobierno de Estados Unidos que impide a todo el pueblo de Cuba, mediante
el bloqueo, acceder a productos necesarios para su desarrollo.
A continuación todos los comentarios de
Goldberg -recordemos que de religión judía- son para poner en boca de
Castro simpatía por los judíos, defensa y apoyo del derecho de Israel a
existir y críticas al presidente iraní (“criticó
a Ahmayinehad por negar el holocausto”, “explicó por qué el gobierno
iraní serviría mejor la causa de la paz reconociendo la historia singular
del antisemitismo y tratando de comprender por qué los israelíes temen
por su existencia”, “dijo que el gobierno iraní debiera comprender las
consecuencias del antisemitismo teológico”). Incluso el periodista
insinúa que las críticas del líder cubano al presidente iraní se las
transmite para que se las comunique a Ahmadinejad: "Digo esto para que
tu lo comuniques". Como si Fidel Castro necesitara una publicación
estadounidense para decirle algo al presidente iraní.
Según
Goldberg, Fidel le dijo que en caso de un ataque al país persa "la
capacidad de Irán para causar daños no es evaluada". En realidad, si
Israel o Estados Unidos atacan a Irán, quienes hacen daño son los dos
primeros. El periodista presenta a la víctima como el provocador del
daño.
Según el periodista, mientras comían y charlaban relajadamente es cuando explota la supuesta bomba informativa. Goldberg le pregunta si consideraba que el modelo cubano era algo digno de exportar y, siempre según el periodista estadounidense, Fidel Castro le responde: “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”. En lugar de pedirle al líder cubano que le aclarase esa impactante afirmación se lo pide -asombrosamente- a su amiga Julia, quien -más asombrosamente- se ve cualificada para desarrollarla:
Le pedí a Julia que interpretara esta
impresionante declaración para mi. Ella dijo, “Él no estaba rechazando
las ideas de la Revolución. Lo he tomado como un reconocimiento de que
bajo “el modelo cubano” el Estado tiene un rol demasiado grande en la
vida económica del país.
Durante una visita que realizan todos a un espectáculo de delfines, Goldberg muestra su imaginación para sacar conclusiones políticas. Castro invita a Adela Dworin, la presidenta de la Comunidad Judía de Cuba, y como la besa delante de las cámaras, el periodista deduce que eso no es “por casualidad” y que quizás se trataba de “otro mensaje para Ahmadinejad”. La visita al acuario está salpicada de comentarios maliciosos de Goldberg insinuando el poder arbitrario y absoluto de Castro: por abrir las instalaciones un lunes, día que está cerrado el acuario; y entrecomilla la expresión “de manera voluntaria” para referirse a cómo los funcionarios fueron ese día a su puesto. Además, al serle presentada la trabajadora Celia Guevara, hija del Che, le espeta “¿Y eres veterinaria de delfines?”, en tono despectivo.
Es
evidente que el estilo, tono e insinuaciones de Goldberg no convierten
sus textos en un testimonio muy riguroso del desarrollo de las
conversaciones. Pero más elementos aclaratorios encontraremos si
investigamos un poco sobre su perfil y el de su “amiga” y “acompañante”
Julia E. Swing.
Jeffrey Goldeberg escribió un artículo para el New Yorker en 20025, durante el período previo a la guerra de Iraq. Allí reproduce todas las acusaciones del gobierno Bush contra Sadam Hussein que después se demostraron sin fundamento y que sirvieron para justificar la invasión: que era una amenaza para Estados Unidos, que existía una estrecha relación entre Hussein y Al Qaeda, y concluye su artículo con acusaciones sobre las supuestas armas de Hussein de destrucción masiva:
No hay desacuerdo en que el Iraq, si no se controla, los tendrá muy pronto ... Hay pocas dudas de lo que Saddam podría hacer con una bomba atómica o con sus reservas de armas biológicas y químicas.
En
un debate a finales de 2002, en la revista Slate, Goldberg describe a
Hussein como "singularmente malo" y aboga por una invasión sobre una
base moral:
Existe
consenso en la creencia de que Saddam podría estar a pocos meses de la
adquisición del material radioactivo necesario para construir la bomba
atómica. (...) La
administración estadounidense tiene previsto lanzar hoy lo que muchos,
sin duda, calificarán de un acto miope e injustificable de agresión. En cinco años, sin embargo, creo que la inminente invasión de Iraq será recordada como un acto de profunda moralidad6.
El escritor judío Norman Fienkelstein, opositor a la política del gobierno israelí, escribió una crítica7
al libro de Goldberg “Prisoners: A Muslim and a Jew Across the Middle
East Divide”, donde muestra claramente el sionismo sectario de este
último. Fienkelstein denuncia que Goldberg considera prisiones israelíes
para palestinos como la de Ketziot como, “un gran taller de
manualidades porque los palestinos podían allí organizar sus vida
política, más o menos a medida de lo que eligieron". Según Goldberg,
“las claves del conflicto entre Israel y Palestina se fundamentan en el
antisemitismo: el mundo islámico no puede soportar un estado judío
próspero en su seno”. "Fue terriblemente duro para los musulmanes
aceptarlo", afirma Goldberg en su libro.
Fienkelstein recuerda que Goldberg se
declara abiertamente sionista. Según el entrevistador de Castro, “el
sionismo exigió la igualdad de derechos para los judíos como una nación,
y esta aspiración evocó violenta hostilidad”. Vale la pena recordar que
la resolución 3379 de la Asamblea General de la ONU,
aprobada el 10 de noviembre de 1975, equiparó al sionismo con el
racismo en general y con el apartheid sudafricano en particular, y llamó
a su eliminación, entendiéndola como una forma de discriminación
racial.8
Es de destacar también el papel de Julia
E. Swing, como amiga y acompañante del periodista en su visita a La
Habana. Ya señalábamos que, sobre la interpretación de la impactante
frase de Castro sobre el fracaso del sistema cubano, en lugar de pedirle
aclaración al propio líder cubano, Goldberg se la solicita a su
acompañante Swing. Esta mujer es la experta para estudios
latinoamericanos del think tank estadounidense Council Foreign
Relations, que se califica de “grupo independiente no partidista”. Veamos quiénes se encuentran en su directiva9. El presidente es Richard N. Haass10,
quien ha desarrollado toda su trayectoria profesional como alto cargo
del Departamento de Estado y del Departamento de Defensa. Entre enero de
2001 y junio 2003 era el director de planificación del Departamento de
Estado, donde ejerció como principal consejero de Collin Powell y se
ocupó de coordinar la política de Estados Unidos para Afganistán. Entre
1989 y 1993 fue el asistente especial de George Bush padre, en 1991 fue
premiado por su contribución al desarrollo de la política de EEUU en la
primera guerra de Iraq. Anteriormente, entre 1981 y 1985 sirvió en el
Departamento de Estado y entre 1979 y 1980 en el Departamento de
Defensa.
Como copresidente encontramos a Robert E. Rubin , antiguo secretario del Tesoro de Estados Unidos. También aparece como alto cargo de esta organización “independiente” Madeleine K. Albright, la que fuera secretaria de Estado de Bill Clinton; el propio Collin Powell, secretario de Estado con George Bush; Sylvia Mathews Burwell, de la fundación de Bill & Melinda Gates; Donna J. Hrinak, responsable de negocios para América Latina de PepsiCo, Inc.; James W. Owens
, ejecutivo de Caterpillar Inc., la empresa de excavadoras y bulldozer
que derriban las viviendas palestinas y que es objeto de boicot por las
organizaciones humanitarias de solidaridad con Palestina11.
Por último, entre sus presidentes honorarios también aparece el
multimillonario David Rockefeller. Ya en 2008, Michael Barker detallaba
en la prestigiosa revista estadounidense Znet12 que Council on Foreign Relations trabajaba “con el respaldo de las principales fundaciones liberales de Estados Unidos y muchas personas vinculadas a la CIA”. Es curioso, cuando la periodista Rosa Miriam Elizalde visitó
a España y se dejó acompañar en una entrevista por un conocido
novelista cubano, la prensa española insinuó que iba acompañada de un comisario político castrista13. Parece que el periodista que viaja con comisario político es el estadounidense.
Para
terminar, recordemos que el líder de la revolución ha mostrado en
numerosas ocasiones su capacidad de crítica y sinceridad, pero el tono y
el estilo de los dos textos publicados por el periodista Jeffrey
Goldberg, sus antecedentes y sus acompañantes, no hacen pensar en que
sea el mejor intermediador para que conozcamos los pensamientos del
comandante cubano. El desmentido publicado por Fidel Castro el 10 de
septiembre vuelve a demostrarnos que recurrir a muchos de los
periodistas actuales y sus medios de comunicación no suele ser una buena
forma de conocer lo que sucede en Cuba y lo que piensan sus dirigentes.
Por eso yo en lugar de leer y escuchar a periodistas, para conocer, a
Fidel, prefiero leer sus reflexiones sin mediadores y, para conocer
Cuba, hablar con los cubanos.
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