La guerra no ha concluido y Muammar Khadafi sigue inhallable, pero las empresas occidentales, en particular europeas, iniciaron la competencia por las oportunidades que abrirá un nuevo gobierno
Derrocado el régimen, hay que preparar la paz y aprovechar los negocios que surgirán con la reconstrucción que los gobiernos y los empresarios esperan abundantes y muy lucrativos.
Italia, el país que más estrechos lazos económicos mantenía con Trípoli, es de la partida. La petrolera ENI, que dominaba el 15% de la producción de crudo libio, está concentrada en defender su posición dominante. Incluso antes de que cayera el búnker de Khadafi en la capital del país, los técnicos de la ENI ya estaban trabajando en el restablecimiento de la extracción y exportación de petróleo. El primer ministro Silvio Berlusconi se reunió hace ya una semana con el presidente del Consejo Nacional de Transición (la autoridad provisional creada por los rebeldes), Mahmud Jibril.
Pero, al parecer, Francia es la mejor posicionada en la largada de esta carrera. Fue la primera potencia occidental que reconoció al CNT como gobierno legítimo de Libia. Y es también la primera que ha reabierto su embajada en Trípoli, todavía en medio de los combates por los últimos bastiones khadafistas. París espera que la gratitud política se traslade a los negocios.
Estos pasarán por los millonarios contratos para la reconstrucción del país, las concesiones petroleras y las nuevas oportunidades que surgirán con la previsible apertura económica del país. Por ejemplo, los europeos esperan reequipar en armas al nuevo gobierno, un rubro en el cual Francia también aspira tomar la delantera.
De todos modos, lo más urgente será el restablecimiento de la producción petrolera en sus niveles previos a la crisis, cuando constituía el 95% de sus ingresos por exportación del país. El conflicto la hizo caer por debajo del 4% del nivel anterior al estallido de la rebelión, que era de 1 millón 600 mil barriles.
Alemania no participó de la batalla, pero no por ello sus empresas están desatentas a las oportunidades que abre la caída del régimen. Hace tres semanas, Hans Meier-Ewert, titular de la German-African Business Association, viajó a Libia junto Hans-Joachim Otto, secretario de Estado del ministerio de Economía alemán, y representantes de 20 compañías germanas, según informa Der Spiegel. Signo del apuro, el viaje debió llevarse a cabo en un avión militar, ya que los vuelos comerciales están cancelados hace tiempo.
Como prenda de amistad, el grupo llevó provisiones y medicinas para el hospital de Bengasi, pero no se trató de una misión humanitaria. Los alemanes se reunieron con miembros del Banco Central libio y del Consejo Nacional de Transición.
"Una vez que el petróleo y el gas natural fluyan nuevamente, Libia será un país rico, dijo Meier-Ewert. En efecto, se trata de uno de los mayores productores de crudo y tiene, además, las reservas más grandes de toda Africa. Habrá con qué financiar la reconstrucción, para la cual las potencias ofrecen sus servicios.
Como es habitual en muchas de las naciones petroleras de la región, los cuellos de botella para la explotación de la abundante riqueza natural están radicadas en la infraestructura o, más propiamente, en la deficiencia o ausencia de esa.
Libia no es un país fácil para los negocios. Las empresas estatales dominan el mercado y el cumplimiento de normas es del orden de la relatividad. ¿Será capaz el próximo gobierno, incipiente aún, de proveer un marco más estable y previsible para la actividad empresarial? De momento, los referentes del CNT han tratado de tranquilizar a los inversores extranjeros asegurando que los contratos firmados bajo el régimen de Khadafi serán respetados y que la futura administración alentará la actividad privada.
Pero hubo una excepción a esta promesa. El representante de la firma petrolera libia que está en manos de los rebeldes, AGOCO, dijo la semana pasada que las empresas rusas y chinas podrían no obtener contratos en ese rubro por no haber respaldado la rebelión contra Khadafi. Pekín fue un entusiasta socio económico del autócrata depuesto.
En respuesta a la amenaza, China instó a Libia a proteger sus inversiones, con el argumento de que esos contratos petroleros benefician a ambos países. "Esperamos que, luego de un retorno a la estabilidad, Libia siga protegiendo los intereses y derechos de los inversores chinos y esperamos continuar la inversión y cooperación económica con Libia", fueron las palabras del vicejefe del departamento de Comercio Exterior del Ministerio de Comercio chino, Wen Zhongliang.
Yin Gang, un experto en temas árabes de la Academia China de Ciencias Sociales en Pekín, minimizó la amenaza, en declaraciones a la agencia Reuters: "Ésta es la opinión de un individuo. Puedo decirlo en cuatro palabras: Ellos no se atreverán; no se atreverán a modificar contratos".
Pero China, que hoy controla el 3% de la producción de petróleo libio, es el segundo consumidor mundial de crudo, por lo que la advertencia no es desdeñable.
Alemania puede verse perjudicada por la misma razón: fue, junto con Brasil, China, Rusia y la India, uno de los países que no respaldó la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU de establecer una zona de exclusión aérea sobre Libia.
El canciller alemán, Guido Westerwelle, buscó mitigar rencores: "Apoyaremos a Libia en palabras y en actos", declaró. A modo de adelanto, Berlín ha prometido al CNT un crédito de 144 millones de dólares (100 millones de euros). Además congeló activos de Khadafi depositados en Alemania por un valor de 7.300 millones de euros que Werstelle prometió liberar pronto.
En la disputa por el "botín" libio también terciarán los Estados Unidos y Gran Bretaña, lógicamente; incluso España, invitada por el propio titular del CNT.
La petrolera francesa Total, para la cual Libia sólo representaba el 2,3% de su producción mundial, espera poder duplicarla de aquí a 2015, y sus directivos tomaron contacto hace tiempos con los rebeldes, sin esperar la conclusión del conflicto.
Otras empresas que mantuvieron conversaciones exploratorias con representantes del CNT son la Marathon Oil (EEUU) y la británica BP (que tuvo que suspender sus actividades en el país, por la guerra).
Fueron varias las compañías extranjeras que retiraron a sus trabajadores de Libia por razones de seguridad durante este medio año de rebelión y guerra civil. El retorno de la inversión externa al país dependerá, en buena medida, de la estabilidad política y la seguridad jurídica que el nuevo gobierno sea capaz de garantizar la transición. De todos modos, aunque el capital es cobarde, los elevados retornos de la actividad hidrocarburífera bien valen ciertos riesgos.
Infobae
Derrocado el régimen, hay que preparar la paz y aprovechar los negocios que surgirán con la reconstrucción que los gobiernos y los empresarios esperan abundantes y muy lucrativos.
Italia, el país que más estrechos lazos económicos mantenía con Trípoli, es de la partida. La petrolera ENI, que dominaba el 15% de la producción de crudo libio, está concentrada en defender su posición dominante. Incluso antes de que cayera el búnker de Khadafi en la capital del país, los técnicos de la ENI ya estaban trabajando en el restablecimiento de la extracción y exportación de petróleo. El primer ministro Silvio Berlusconi se reunió hace ya una semana con el presidente del Consejo Nacional de Transición (la autoridad provisional creada por los rebeldes), Mahmud Jibril.
Pero, al parecer, Francia es la mejor posicionada en la largada de esta carrera. Fue la primera potencia occidental que reconoció al CNT como gobierno legítimo de Libia. Y es también la primera que ha reabierto su embajada en Trípoli, todavía en medio de los combates por los últimos bastiones khadafistas. París espera que la gratitud política se traslade a los negocios.
Estos pasarán por los millonarios contratos para la reconstrucción del país, las concesiones petroleras y las nuevas oportunidades que surgirán con la previsible apertura económica del país. Por ejemplo, los europeos esperan reequipar en armas al nuevo gobierno, un rubro en el cual Francia también aspira tomar la delantera.
De todos modos, lo más urgente será el restablecimiento de la producción petrolera en sus niveles previos a la crisis, cuando constituía el 95% de sus ingresos por exportación del país. El conflicto la hizo caer por debajo del 4% del nivel anterior al estallido de la rebelión, que era de 1 millón 600 mil barriles.
Alemania no participó de la batalla, pero no por ello sus empresas están desatentas a las oportunidades que abre la caída del régimen. Hace tres semanas, Hans Meier-Ewert, titular de la German-African Business Association, viajó a Libia junto Hans-Joachim Otto, secretario de Estado del ministerio de Economía alemán, y representantes de 20 compañías germanas, según informa Der Spiegel. Signo del apuro, el viaje debió llevarse a cabo en un avión militar, ya que los vuelos comerciales están cancelados hace tiempo.
Como prenda de amistad, el grupo llevó provisiones y medicinas para el hospital de Bengasi, pero no se trató de una misión humanitaria. Los alemanes se reunieron con miembros del Banco Central libio y del Consejo Nacional de Transición.
"Una vez que el petróleo y el gas natural fluyan nuevamente, Libia será un país rico, dijo Meier-Ewert. En efecto, se trata de uno de los mayores productores de crudo y tiene, además, las reservas más grandes de toda Africa. Habrá con qué financiar la reconstrucción, para la cual las potencias ofrecen sus servicios.
Como es habitual en muchas de las naciones petroleras de la región, los cuellos de botella para la explotación de la abundante riqueza natural están radicadas en la infraestructura o, más propiamente, en la deficiencia o ausencia de esa.
Libia no es un país fácil para los negocios. Las empresas estatales dominan el mercado y el cumplimiento de normas es del orden de la relatividad. ¿Será capaz el próximo gobierno, incipiente aún, de proveer un marco más estable y previsible para la actividad empresarial? De momento, los referentes del CNT han tratado de tranquilizar a los inversores extranjeros asegurando que los contratos firmados bajo el régimen de Khadafi serán respetados y que la futura administración alentará la actividad privada.
Pero hubo una excepción a esta promesa. El representante de la firma petrolera libia que está en manos de los rebeldes, AGOCO, dijo la semana pasada que las empresas rusas y chinas podrían no obtener contratos en ese rubro por no haber respaldado la rebelión contra Khadafi. Pekín fue un entusiasta socio económico del autócrata depuesto.
En respuesta a la amenaza, China instó a Libia a proteger sus inversiones, con el argumento de que esos contratos petroleros benefician a ambos países. "Esperamos que, luego de un retorno a la estabilidad, Libia siga protegiendo los intereses y derechos de los inversores chinos y esperamos continuar la inversión y cooperación económica con Libia", fueron las palabras del vicejefe del departamento de Comercio Exterior del Ministerio de Comercio chino, Wen Zhongliang.
Yin Gang, un experto en temas árabes de la Academia China de Ciencias Sociales en Pekín, minimizó la amenaza, en declaraciones a la agencia Reuters: "Ésta es la opinión de un individuo. Puedo decirlo en cuatro palabras: Ellos no se atreverán; no se atreverán a modificar contratos".
Pero China, que hoy controla el 3% de la producción de petróleo libio, es el segundo consumidor mundial de crudo, por lo que la advertencia no es desdeñable.
Alemania puede verse perjudicada por la misma razón: fue, junto con Brasil, China, Rusia y la India, uno de los países que no respaldó la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU de establecer una zona de exclusión aérea sobre Libia.
El canciller alemán, Guido Westerwelle, buscó mitigar rencores: "Apoyaremos a Libia en palabras y en actos", declaró. A modo de adelanto, Berlín ha prometido al CNT un crédito de 144 millones de dólares (100 millones de euros). Además congeló activos de Khadafi depositados en Alemania por un valor de 7.300 millones de euros que Werstelle prometió liberar pronto.
En la disputa por el "botín" libio también terciarán los Estados Unidos y Gran Bretaña, lógicamente; incluso España, invitada por el propio titular del CNT.
La petrolera francesa Total, para la cual Libia sólo representaba el 2,3% de su producción mundial, espera poder duplicarla de aquí a 2015, y sus directivos tomaron contacto hace tiempos con los rebeldes, sin esperar la conclusión del conflicto.
Otras empresas que mantuvieron conversaciones exploratorias con representantes del CNT son la Marathon Oil (EEUU) y la británica BP (que tuvo que suspender sus actividades en el país, por la guerra).
Fueron varias las compañías extranjeras que retiraron a sus trabajadores de Libia por razones de seguridad durante este medio año de rebelión y guerra civil. El retorno de la inversión externa al país dependerá, en buena medida, de la estabilidad política y la seguridad jurídica que el nuevo gobierno sea capaz de garantizar la transición. De todos modos, aunque el capital es cobarde, los elevados retornos de la actividad hidrocarburífera bien valen ciertos riesgos.
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