En el régimen de Saddam Hussein
(1979-2003) las mujeres de Iraq tenían casi los mismos derechos que las
de Occidente. Pero tras la ocupación de Estados Unidos en 2003 el Islam
se convirtió en la religión oficial, lo cual dejó en poder de los
clérigos la interpretación de sus libertades.
La ley de Estatuto Personal, que entró en vigor el 14 de julio de 1958 cuando los iraquíes derrocaron la monarquía instalada por Gran Bretaña, otorgaba a las iraquíes la mayoría de los derechos de los que gozan las occidentales.
Pero ahora el artículo 2 de la Constitución estipula que "el Islam es la religión oficial del Estado y es la fuente básica de la legislación". El inciso A señala que "no se aprobarán leyes que contradigan las normas indiscutidas del Islam". De esta manera, la interpretación de los derechos de la mujer se deja a los líderes religiosos, muchos de ellos bajo la influencia conservadora del vecino Irán.
Por ejemplo, las empleadas públicas recibían una licencia por maternidad de un año, que ahora se redujo a seis meses.
La activista Yanar Mohammad cree que la Constitución no protege a las mujeres ni garantiza sus derechos básicos. Ella culpa a Estados Unidos por renunciar a su responsabilidad de ayudar al desarrollo de una democracia pluralista en Iraq.
Estados Unidos invadió Iraq en marzo de 2003, alegando que el régimen de Saddam Hussein estaba fabricando armas de destrucción masiva, y no ha retirado por completo sus tropas de ese país.
Bajo su tutela se instaló un gobierno provisional, se celebraron varias elecciones y se redactó una nueva carta magna que terminó con los principios laicos del régimen anterior. Mientras, el país se vio envuelto en un sangriento conflicto que pronto derivó en guerras entre facciones religiosas y étnicas y, últimamente, en una persistente inseguridad.
"La ocupación estadounidense entregó los derechos de las mujeres", dijo Mohammad.
"Los grupos políticos islámicos tomaron el sur de Iraq, donde tienen el poder pleno, y usan el apoyo financiero de Irán para reclutar tropas y aliados. El respaldo financiero y político iraní es la razón por la cual los iraquíes sureños aceptan (la nueva situación), no porque el pueblo iraquí quiera la ley islámica", aseguró la defensora de los derechos de la mujer.
La situación de las mujeres iraquíes refleja la situación general: la población entera padece por la falta de seguridad y de infraestructura. El nuevo régimen trajo una indefensión sin precedentes.
"La situación de las mujeres aquí está vinculada a la situación general", dijo a IPS Maha Sabria, profesora de ciencia política en la Universidad Al-Nahrain de Bagdad.
Nora Hamaid, de 30 años y egresada de la Universidad de Bagdad, renunció a la carrera de sus sueños. "Terminé mis estudios antes de que llegaran los invasores porque la seguridad era buena y podía trasladarme libremente a la universidad", dijo Hamaid a IPS.
Ahora dice que ni siquiera puede desplazarse con libertad, y vive preocupada por la seguridad de sus hijos. "Y me refiero a todos los días, desde cuando se van hasta cuando vuelven de la escuela, por temor a los secuestros", explica.
El secuestro de mujeres "no existía antes de la ocupación. Las mujeres iraquíes perdieron el derecho a aprender y a una vida libre y normal, mientras luchan con la opresión y la privación de todos sus derechos, más que antes", aseguró Sabria.
Las mujeres tienen una cuota de representación de 25 por ciento de los escaños legislativos, pero Sabria asegura que las legisladoras "sólo defienden a su partido en el parlamento y no los derechos femeninos".
Además, "las mujeres cargan con un peso doble tras la ocupación porque perdimos mucha libertad", agregó.
Al haber tantos hombres detenidos, "las cargan con el peso entero de la familia y están obligadas a mantener a sus hijos. Al mismo tiempo, no tienen libertad de desplazarse por el deterioro de la seguridad y porque bandas de delincuentes secuestran a mujeres y niños", aseguró.
Las mujeres también tienen la presión de contraer matrimonio a temprana edad con la esperanza de que un esposo les dé seguridad, sostuvo Sabria.
"El poder real en Iraq ahora lo tienen las antiguas tradiciones y las leyes tribales, atrasadas", dijo Sabria. "El mayor problema es que más mujeres ignoran sus derechos debido al atraso y la ignorancia que imperan en la sociedad iraquí de hoy".
Muchas huyeron de Iraq porque sus esposos fueron detenidos arbitrariamente por las fuerzas de ocupación o de seguridad del gobierno, dijo Sabria.
Se calcula que la ocupación forzó el desplazamiento de más de cuatro millones de iraquíes, de los cuales 2,8 millones permanecen en el país. La mayoría de los que debieron exiliarse viven como refugiados en países vecinos, según un estudio de Elizabeth Ferris, codirectora del Proyecto de Desplazamiento Interno de la Brookings Institution, un centro de investigaciones estadounidense, y la Universidad de Berna.
El estudio "¿Volviendo a casa? Perspectivas y escollos del retorno a gran escala de los iraquíes", señala que la mayoría de las mujeres desplazadas temen volver a sus hogares.
Asimismo, el informe "Refugiados iraquíes: Los derechos de las mujeres y la seguridad son fundamentales para el retorno", de la organización con sede en Washington Refugees International (RI), asegura que "las mujeres iraquíes se resistirán a volver aun cuando las condiciones mejoren en Iraq, si no se priorizan sus derechos, su seguridad personal y el bienestar de sus familias".
El informe de RI abarcó a mujeres desplazadas internamente en la región kurda y semi autónoma del norte de Iraq y a las refugiadas en Siria. "Ni una de las entrevistadas por RI indicó su intención de volver", destacó.
"Esta tienda de campaña es más cómoda que un palacio en Bagdad. Mi familia está segura aquí", dijo a RI una desplazada en el norte de Iraq.
La situación sigue siendo complicada para las mujeres dentro del país.
"Soy empleada pública, todos los días voy a trabajar, y el mayor obstáculo para mí y todos los iraquíes es el cierre de las calles. Te sientes como una persona sin derechos, que no te respetan", dijo a IPS una mujer de 35 años, quien prefirió reservar su identidad bajo el nombre de Imán.
"¿Hasta qué punto ha mejorado mi situación? Ahora tenemos mejores salarios, ¿pero cómo podemos vivir las mujeres sin seguridad? ¿Cómo podemos disfrutar de nuestros derechos si no hay lugares seguros a los cuales acudir para el descanso, la recreación y la vida?", se preguntó.
La ley de Estatuto Personal, que entró en vigor el 14 de julio de 1958 cuando los iraquíes derrocaron la monarquía instalada por Gran Bretaña, otorgaba a las iraquíes la mayoría de los derechos de los que gozan las occidentales.
Pero ahora el artículo 2 de la Constitución estipula que "el Islam es la religión oficial del Estado y es la fuente básica de la legislación". El inciso A señala que "no se aprobarán leyes que contradigan las normas indiscutidas del Islam". De esta manera, la interpretación de los derechos de la mujer se deja a los líderes religiosos, muchos de ellos bajo la influencia conservadora del vecino Irán.
Por ejemplo, las empleadas públicas recibían una licencia por maternidad de un año, que ahora se redujo a seis meses.
La activista Yanar Mohammad cree que la Constitución no protege a las mujeres ni garantiza sus derechos básicos. Ella culpa a Estados Unidos por renunciar a su responsabilidad de ayudar al desarrollo de una democracia pluralista en Iraq.
Estados Unidos invadió Iraq en marzo de 2003, alegando que el régimen de Saddam Hussein estaba fabricando armas de destrucción masiva, y no ha retirado por completo sus tropas de ese país.
Bajo su tutela se instaló un gobierno provisional, se celebraron varias elecciones y se redactó una nueva carta magna que terminó con los principios laicos del régimen anterior. Mientras, el país se vio envuelto en un sangriento conflicto que pronto derivó en guerras entre facciones religiosas y étnicas y, últimamente, en una persistente inseguridad.
"La ocupación estadounidense entregó los derechos de las mujeres", dijo Mohammad.
"Los grupos políticos islámicos tomaron el sur de Iraq, donde tienen el poder pleno, y usan el apoyo financiero de Irán para reclutar tropas y aliados. El respaldo financiero y político iraní es la razón por la cual los iraquíes sureños aceptan (la nueva situación), no porque el pueblo iraquí quiera la ley islámica", aseguró la defensora de los derechos de la mujer.
La situación de las mujeres iraquíes refleja la situación general: la población entera padece por la falta de seguridad y de infraestructura. El nuevo régimen trajo una indefensión sin precedentes.
"La situación de las mujeres aquí está vinculada a la situación general", dijo a IPS Maha Sabria, profesora de ciencia política en la Universidad Al-Nahrain de Bagdad.
Nora Hamaid, de 30 años y egresada de la Universidad de Bagdad, renunció a la carrera de sus sueños. "Terminé mis estudios antes de que llegaran los invasores porque la seguridad era buena y podía trasladarme libremente a la universidad", dijo Hamaid a IPS.
Ahora dice que ni siquiera puede desplazarse con libertad, y vive preocupada por la seguridad de sus hijos. "Y me refiero a todos los días, desde cuando se van hasta cuando vuelven de la escuela, por temor a los secuestros", explica.
El secuestro de mujeres "no existía antes de la ocupación. Las mujeres iraquíes perdieron el derecho a aprender y a una vida libre y normal, mientras luchan con la opresión y la privación de todos sus derechos, más que antes", aseguró Sabria.
Las mujeres tienen una cuota de representación de 25 por ciento de los escaños legislativos, pero Sabria asegura que las legisladoras "sólo defienden a su partido en el parlamento y no los derechos femeninos".
Además, "las mujeres cargan con un peso doble tras la ocupación porque perdimos mucha libertad", agregó.
Al haber tantos hombres detenidos, "las cargan con el peso entero de la familia y están obligadas a mantener a sus hijos. Al mismo tiempo, no tienen libertad de desplazarse por el deterioro de la seguridad y porque bandas de delincuentes secuestran a mujeres y niños", aseguró.
Las mujeres también tienen la presión de contraer matrimonio a temprana edad con la esperanza de que un esposo les dé seguridad, sostuvo Sabria.
"El poder real en Iraq ahora lo tienen las antiguas tradiciones y las leyes tribales, atrasadas", dijo Sabria. "El mayor problema es que más mujeres ignoran sus derechos debido al atraso y la ignorancia que imperan en la sociedad iraquí de hoy".
Muchas huyeron de Iraq porque sus esposos fueron detenidos arbitrariamente por las fuerzas de ocupación o de seguridad del gobierno, dijo Sabria.
Se calcula que la ocupación forzó el desplazamiento de más de cuatro millones de iraquíes, de los cuales 2,8 millones permanecen en el país. La mayoría de los que debieron exiliarse viven como refugiados en países vecinos, según un estudio de Elizabeth Ferris, codirectora del Proyecto de Desplazamiento Interno de la Brookings Institution, un centro de investigaciones estadounidense, y la Universidad de Berna.
El estudio "¿Volviendo a casa? Perspectivas y escollos del retorno a gran escala de los iraquíes", señala que la mayoría de las mujeres desplazadas temen volver a sus hogares.
Asimismo, el informe "Refugiados iraquíes: Los derechos de las mujeres y la seguridad son fundamentales para el retorno", de la organización con sede en Washington Refugees International (RI), asegura que "las mujeres iraquíes se resistirán a volver aun cuando las condiciones mejoren en Iraq, si no se priorizan sus derechos, su seguridad personal y el bienestar de sus familias".
El informe de RI abarcó a mujeres desplazadas internamente en la región kurda y semi autónoma del norte de Iraq y a las refugiadas en Siria. "Ni una de las entrevistadas por RI indicó su intención de volver", destacó.
"Esta tienda de campaña es más cómoda que un palacio en Bagdad. Mi familia está segura aquí", dijo a RI una desplazada en el norte de Iraq.
La situación sigue siendo complicada para las mujeres dentro del país.
"Soy empleada pública, todos los días voy a trabajar, y el mayor obstáculo para mí y todos los iraquíes es el cierre de las calles. Te sientes como una persona sin derechos, que no te respetan", dijo a IPS una mujer de 35 años, quien prefirió reservar su identidad bajo el nombre de Imán.
"¿Hasta qué punto ha mejorado mi situación? Ahora tenemos mejores salarios, ¿pero cómo podemos vivir las mujeres sin seguridad? ¿Cómo podemos disfrutar de nuestros derechos si no hay lugares seguros a los cuales acudir para el descanso, la recreación y la vida?", se preguntó.
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