miércoles, 30 de marzo de 2011

Corea: Denunciado el ataque militar yanqui contra Libia


El pasado día 19, Estados Unidos emprendió el ataque militar a Libia, en unión de algunos países occidentales.

Intervino abiertamente en los asuntos internos de ese país africano, promovió una revuelta dentro de él, recurrió a la facultad del Consejo de Seguridad de la ONU para aprobar una resolución fraudulenta y rebasó su límite al acometer una indiscriminada acción armada.

La RPDC denuncia rotundamente esta flagrante violación de la independencia y la integridad territorial de una nación soberana y grave crimen desprovisto de toda la ética que pisotea despiadadamente la dignidad y el derecho a la existencia del pueblo libio.

Tal acción bélica no puede ser justificada bajo ningún concepto y tiene que cesar de inmediato.

En esta centuria el mundo está siendo testigo cotidiano del cruel asesinato de numerosos habitantes pacíficos y de cuantiosos desastres debido a las dos guerras desencadenadas por Norteamérica.

Con su insaciable agresividad este país volvió a desatar una nueva hecatombe con el fin de sustituir a la fuerza al régimen de su desagrado y apoderarse de los recursos naturales de la nación libia, bajo el vistoso rótulo de la “protección de los civiles”.

Mediante la coerción y arbitrariedad con que lo caracteriza, ignora los derechos de un Estado soberano y moviliza a las Naciones Unidas en su cínica injerencia en los asuntos internos de otros pueblos y en su invasión armada, lo cual deviene el factor principal que perturba paz y estabilidad de la humanidad.

Esta drástica situación enseña una seria lección a la comunidad internacional.

Se ha revelado ante el mundo el carácter agresivo de la “fórmula libia de la renuncia nuclear”, tantas veces pregonada por EE.UU. y que persigue el objetivo de engañar a un país con palabras acarameladas como la “garantía de seguridad” y el “mejoramiento de las relaciones”, desarmarlo y ocuparlo militarmente.

Se ha constatado una vez más la verdad de que en este mundo de coerciones y arbitrariedades uno debe estar lo bastante fuerte como para preservar su paz.

Teníamos toda la razón cuando optamos por dar prioridad a los asuntos militares. Y la fuerza de autodefensa, consolidada en tal empeño, constituye nuestra inestimable capacidad de disuasión de la guerra en aras de la paz y estabilidad en la Península Coreana.

Naenara

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