El 25 de mayo (más bien el 26, pues fue de madrugada), se dio cierre a los festejos por el Bicentenario de la Revolución de Mayo, que diera inicio en su tiempo a la lucha por la independencia nacional respecto al colonialismo español. Que doscientos años después la historia sea otra a la que quizás políticos como Moreno y Castelli imaginaran, eso es discutible, más bien, hay que separarlo de lo que fue la fiesta popular de cuatro días que dispuso el Gobierno Nacional con motivo de los primeros doscientos años de la Patria. No alcanzó la vista para intentar calcular cuántas personas se hicieron presentes en la céntrica avenida 9 de Julio en la Capital Federal. Se calcula, se estima, que seis millones de personas pasaron por el Paseo del Bicentenario, un evento que en verdad superó las expectativas de convocatoria, ya fuere el propio gobierno, como la oposición conservadora, o este mismo escriba.
Todos los eventos, sin excepción, convocaron multitudes. El primero fue un homenaje al rock nacional argentino, el viernes 21 de mayo, que contó con la presencia de León Gieco, Litto Nebbia, Luis Spinetta, y bandas como Kapanga, Las Pelotas, Karamelo Santo y el cierre con Los auténticos decandentes, éstos últimos (lo sé por experiencia) son bastante conocidos incluso fuera de América Latina. Bueno, como los anteriores tambien. No puedo entrar en detalles tan concretos porque la cantidad de eventos merecería un análisis de varias páginas, y esto, de momento, no me es posible. Puedo mencionar, el sabado 22, el desfile histórico-militar de las Fuerzas Armadas. Con una salvedad, susceptible de que me la manden para el lado de los tomates. Su carácter sólo "histórico" fue un poquito cipayo. No sé si esta fuera la intención de la presidente Cristina Fernández (a quien he de reconocer, para qué negarlo, una magistral dirección para la organización de los festejos del Bicentenario, comentados aquí y allá), pero no vimos ni un tanque ni un misil, y menos, uniformes modernos de nuestro ejército. No soy un amante de las botas, pero, de hacerse un desfile militar, que debería ser un evento trascendente, podríamos haberlo hecho un poco mejor. Incluyendo arsenal moderno. Pero no fue el caso. En todo caso, lo que vimos ese sabado, ¿es un señal clara de la continuidad de la línea menemista de la conversión de nuestras Fuerzas Armadas en una sucursal del US Army?. Y esto se los dice alguien que quiere ver en la cárcel a los perversos torturadores y asesinos, soldados, y civiles -que por sus medios fueron los ideólogos del comienzo de la destrucción del escaso bienestar argentino en los años 70-.
Los eventos convocaron y conmovieron. ¿Por qué digo que conmovieron?. Las palabras no me salen gratis. Si hay algo que este festejo del Bicentenario tuvo, fue una impronta marcadamente popular. A no confundir, pues algún salame pensará, dirá, que con lo "berreta y populachero" el pueblo se conforma. Créanme que esto estuvo lejos de ser, justamente, berreta. Y si fue de ese "populacho" -que no sólo afirman detestar, o bien se callan ese pensamiento cuando les conviene, los poseedores de la riqueza y sus familias- ¿cuál hay?. Y nada de circo, una de las premisas favoritas de los liberales. Comparando estos festejos con los de 1910, evidentemente, algo cambió. Estamos mejor. Aunque todavía falta tanto por hacerse, y aún tenemos tantas cosas por recuperar. La fiesta, fue, hay que reconocerlo, de todos. Estuvo dirigida al pueblo. Quizás también interprete el Gobierno que la burguesía forma parte de ese "pueblo" a nivel general. Probablemente. Pero ellos no son -vos y yo lo sabemos- el pueblo. Ellos no transpiran la camiseta o se toman tres colectivos para ir a laburar. Es la verdad.
El Centenario fue puro estandarte y visitas protocolares. ¡Si todavía la oligarquía recuerda de buen grado la visita que recibiéramos de la infanta Isabel de España!. ¡Más vendepatria no pueden ser!. Y al parecer no tienen vergüenza aún, de seguir defendiendo al modelo agro-exportador, ese modelo con el cual nuestro país estaba atado a los intereses británicos. Nosotros exportábamos trigo y carnes. Y las herramientas y productos elaborados los importábamos de Gran Bretaña. ¿Quién sale ganando ahí?. La Argentina, seguro que no. En suma, el pensamiento de la oligarquía argentina no cambió. Mauricio Macri, Federico Pinedo y la UCR lo dicen a las claras. Quieren volver a las épocas del "granero del mundo", con estado de sitio y "ley de residencia" para echar del país a los alborotadores. Cero derechos sociales y de trabajo. Cero educación. La oligarquía odia a este país y odia a este pueblo trabajador, que para colmo, tuvo que pagarle los platos rotos varias veces. Y qué diferente será este Bicentenario, que la crisis económica mundial la hemos sorteado bastante bien. No fue "culo" el que tuvo el Gobierno. Hubo una política de estado dirigida a proteger a los trabajadores, y a sectores vulnerables como los ancianos y los niños. La Asignación Universal por Hijo, nos coloca en la vereda de enfrente, respecto del ajuste y tijeretazo que se está imponiendo en otrora países ejemplo como España y Grecia. Me parece que algo está marchando mejor. Podemos cuestionar la mentira de que el 6% del PBI se invierte en educación. Cualquiera que vaya a las aulas de nuestras escuelas públicas puede comprobarlo. O la mentira de los índices de inflación que elabora el Indec. O el curro de las empresas mineras que están saqueando a las provincias andinas, y que a simple declaración jurada se llevan el cobre, el oro, el cobalto, y otros metales. Parece que ahora la Argentina es un "escándalo geográfico", pero no acusamos recibo. No hablo de quienes tienen ya trabajo o los que poseen posibilidades económicas. Pero no me vengan con que no hay intermediación e injerencias cuando se reparte un plan de solamente cien viviendas en los barrios de las periferias. Es poco serio.
Veteranos de la Guerra de Malvinas, el sabado 22 de mayo
Volviendo a los eventos, estoy seguro que muchas personas habrán visto por vez primera un recital, ya fuere del Chaqueño Palavecino, de Soledad Pastorutti, o de la Selección Nacional de Tango con Leopoldo Federico, el piano de Horacio Salgán o la voz de Susana "la tana" Rinaldi. Seguro. El pueblo no inundó la 9 de julio por recitales gratis. Algún que otro chanta capaz que sí. Pero hubo algo en el aire. Un patriotismo que nunca antes habíamos sentido. Y un amor por la Patria, a la cual tenemos que defender ante la embestida del imperialismo y de sus intermediarios locales. Porque es la Patria, la soberanía nacional su defensa, el objetivo a corto plazo. Y el que debe guiar al país hacia el socialismo. El camino de hoy, claramente, no es socialista. Siempre hay contradicciones de mayor o menor relieve. Pero merecen ser analizadas todas las variables. ¿Hay más empleo que en la crisis de 2001?. Si. ¿Los salarios están mejor que en 2001, o incluso antes de la caída de la convertibilidad?. Si. Pero, ¿qué nos falta?. Algo de eso ya lo mencioné más arriba. Pero también resolver esa cuestión insoslayable de nuestra historia como lucha de clases. Resolver esa contradicción, que es la esencial de nuestra historia, de nuestro país, y del mundo -pero vamos por partes, no hagamos la gran Trotsky de llamar a la revolución mundial y despreciar a la patria- es hoy por hoy el motivo de lucha del movimiento obrero. No será el de Moyano y la CGT. Pero el obrero quiere vivir mejor, y yo creo personalmente, aspira a mucho más. Pero que estas aspiraciones se materialicen es responsabilidad de la izquierda marxista-leninista. Al fin de cuentas, ¿quién te dice que la burguesía va a tolerar para siempre las paritarias anuales?.
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