jueves, 23 de febrero de 2012

"Si esto hubiera pasado ayer que era día feriado, no hubiese sido tan grave"



Juan Pablo Schiavi, Secretario de Transporte dixit. Y hay más:

"Hay una cultura muy argentina de ir a la punta del tren para bajar antes. (...) Lo cual produjo que el accidente tomara ribetes de tragedia" [Fuente]

Esto también es una burda mentira. TODOS los vagones del Sarmiento y de todos los ferrocarriles (el Mitre, el Roca) del Área Metropolitana están atestados en horas pico. ¿O acaso la gente tiene que elegir cuando subirse a un tren?. ¿No se aguantan los dos primeros vagones estar llenos?. El hijo de puta de Schiavi tiene que renunciar, el ferrocarril tiene que volver a ser del Estado con participación conjunta de los trabajadores y usuarios. Y que la Presidente Cristina Kirchner deje de hacerse la distraída: esta vez nos costó 50 argentinos su negligencia y desinversión y negocios con los empresarios que han desguazado y vaciado el ferrocarril.


Por Viorel Lupescu (Enmerkar)

El tren del Ferrocarril Sarmiento impactó contra el andén de la estación Once –el freno nunca se accionó- generando un “efecto acordeón” que retorció todos los fierros, mató a 50 personas e hirió a 703. El incidente se produjo a las 8:30 de la mañana, en hora pico, cuando la población se dirige a su trabajo, las más de las veces teniendo que aguantar más de 1 hora en cada viaje, pues tienen que trasladarse desde el Conurbano de Buenos Aires hasta la Ciudad, ya que del otro lado de la Avenida General Paz, en la Provincia el nivel de vida desciende de manera alarmante y no hay oferta de trabajo. Esto obliga a los trabajadores del Conurbano a desplazarse hasta la Ciudad, extendiéndose en la práctica la tortuosa jornada laboral entre 10 y 14 horas en el peor de los casos.

El servicio del Ferrocarril en la Argentina no es digno de nuestro pueblo. Los trabajadores viajan como ganado, no sólo por la incomodad o la mugre sino también por la inseguridad ciudadana que se traslada a los trenes donde abundan lúmpenes de toda laya. A diario hay demoras en el servicio, problemas con los frenos y en no pocas oportunidades los trenes se saltean las estaciones por problemas técnicos. En el caso del desastre de Once, el conductor (qué salió herido) indicó que desde la estación Haedo las 8 formaciones viajaban con problemas en los frenos y que altos cargos le obligaron a continuar con la marcha del servicio.

Los vagones del Sarmiento tienen 50 años de antigüedad –los compró el gobierno de Arturo Frondizi en los 60-, eso si no contamos los 20-30 años que se estima tenían de actividad previa a su compra. Las vías tienen más de 100 años. Los trabajadores denunciaron en los tribunales, en la televisión, en la prensa, lo que estaba sucediendo. El delegado Rubén “Pollo” Sobrero había advertido sobre que la inacción iba a generar una nueva catástrofe. Hubo un “aviso” en diciembre cuando un fallo en la barrera de la Estación Flores (Buenos Aires) provocó el choque entre un colectivo y el tren, dejando más de 10 muertos.

Los ferrocarriles argentinos fueron un orgullo de este país cuando el ex presidente Gral. Juan Domingo Perón nacionalizó la empresa de trenes –lo cual perjudicó seriamente al imperialismo inglés, propietario de los mismos hasta entonces- y se inició una gran expansión de la red ferroviaria, la mayor de América Latina.

El corrupto Carlos Menem concesionó la red a las empresas privadas como TBA (concesionaria del FFCC Sarmiento), las cuales maximizaron sus beneficios a costa de destruir el servicio, cerrar ramales y estaciones, y dejar en el más absoluto abandono a pueblos y ciudades que quedaron incomunicados sin el ferrocarril. El kirchnerismo no ha hecho más que continuar con esta política. Los Cirigliano, los oligarcas de TBA, fueron de los principales recaudadores de campaña electoral de los Kirchner. Gozan del privilegio de los subsidios con los cuales el gobierno nacional paga los salarios de los trabajadores y la empresa se embolsa para sí todos los beneficios sin realizar inversión alguna. La desinversión devino en fatalidad. La empresa privada nunca invierte para beneficio del pueblo: esto se tiene que saber. Hay que expulsar a la empresa privada de todos los servicios públicos de la Argentina.

Esto pudo evitarse. Por tanto no es un “accidente” o una “tragedia” como se arguye, sino un incidente.

Antes de despedirme, dedico todas mis líneas a los 50 argentinos que ayer no pudieron llegar a trabajar. Y deseo una pronta recuperación a todos los heridos.

¿Es mucho pedir no morir cuando estamos yendo a nuestro trabajo, Sra. Presidente?. Ya tenemos encima nuestro el calvario de la inseguridad: el temor a que nos maten en plena calle, y ahora, ¿también tenemos que temer el viaje al trabajo?. ¿Podemos seguir viviendo así los argentinos?.

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