Catharine Mackinnon, reconocida feminista y jurista estadounidense fue la encargada de abrir el Encuentro Internacional sobre Violencia de Género que tuvo lugar en Buenos Aires los pasados 10 y 11 de junio. 'Cuando no hay otra opción laboral la presión sexual se convierte en prostitución', dijo.
Tras presentar su
ponencia sobre 'Trata, prostitución e inequidad en perspectiva
internacional' ante el atento público que llenaba el Salón de Actos de
la Facultad de Derecho de la UBA Mackinnon conversó con Artemisa, con
una sonrisa y ganas de practicar un español que se relevó bastante
fluido.
-En la ponencia que acaba de concluir
usted ha igualado trata y prostitución.
Necesitamos
entender la realidad de la prostitución forzada tanto por terceras
personas como por factores sociales de pobreza, racismo, edad y género,
no hay dignidad en la prostitución. No es un trabajo.
-Ha
citado como ejemplo de política contra la prostitución el caso de
Suecia que cuenta con una ley que penaliza al cliente. ¿Cómo surgió esta
legislación?
En los años noventa Andrea
Dworkin y yo llegamos a Suecia con el fin de contribuir en el debate
sobre pornografía y prostitución. Juntas propusimos considerar la idea
de descriminalizar a las mujeres en situación de prostitución y
criminalizar a los clientes. Diez años después (en 1999), tras mucho
trabajo por parte del movimiento de mujeres este enfoque se convirtió en
ley.
Precisamente ahora está previsto que se
entregue un informe sobre los resultados de la ley. El informe será
sometido este verano al debate público. Otros países como Noruega,
Islandia, Inglaterra, Corea del Sur y Sudáfrica están atentos a este
modelo en su lucha contra la prostitución.
-Su
primera obra 'El acoso sexual de la mujeres trabajadoras' supuso un
punto de inflexión a finales de los 70. ¿Cuál cree que es la situación
actual en este ámbito?
Evidentemente hay muchos
avances. En numerosas partes del mundo existen leyes contra el acoso
sexual y esto supone un progreso, se ha convertido en una idea casi
universal. Pero al mismo tiempo, persiste un problema: la distancia
entre las leyes y las vidas de las mujeres, un espacio que existe en
todos los países, en mayor o menor grado. Aún sigue dándose el acoso y
la mayoría de las mujeres no dicen nada, permanecen en silencio, pues
cuando se verbaliza este problema la vida empeora. Esto es lo que
necesitamos cambiar.
-¿Cree que hay solidaridad
entre las mujeres trabajadoras en este ámbito?
Sí,
pero cuando hay presión en el ámbito de la sexualidad, es esa presión
la que debemos revertir y al mismo tiempo es la base de la prostitución.
Cuando no hay otra opción laboral la presión sexual se convierte en
prostitución, mientras que en otros ámbitos laborales se convierte en
acoso sexual, pero la dinámica es la misma, para sobrevivir es necesario
entregar la sexualidad a los hombres. En el caso de otros empleos hay
leyes que te protegen pero cuando no existe este marco, en el caso de
mujeres que están (entregando su sexualidad) en la calle o en un burdel
se trata de prostitución, y ellas son las criminalizadas en muchas
partes, sin embargo no se hace nada contra las personas que ejercen esa
presión. Se trata de una problemática que trasciende el lugar de
trabajo, es un problema más general de la condición de las mujeres.
-Su
ámbito de trabajo que levantó más polémica es el que se centra en la
pornografía, cuando usted enfocó la lucha contra la pornografía bajo la
óptica de los derechos humanos.
Empezamos en
los ochenta con Linda Lovelace (nombre artístico de la actriz porno
Linda Susan Bareman, a quien representó tras denunciar ésta a su pareja
por coaccionarla para mantener relaciones sexuales con él mismo, con
otros hombres y en las películas], protagonista de Garganta Profunda y
otros films pornográficos. Ella demandó mi ayuda.
La
pornografía es una rama de la prostitución, es una variante
tecnológicamente sofisticada de trata de mujeres. Las mujeres son las
mismas, las actividades son las mismas, las relaciones de poder son las
mismas, la desigualdad es la misma.
-¿Por qué
no existen marcos legislativos que prohíban la pornografía?
Porque
todos los hombres ricos y con poder la usan, y es una manera para ellos
de acceder a estas mujeres y niñas que desean. Pueden usarlas en una
situación más limpia, más protegida, más anónima. Internet permite aún
en mayor medida obtener ese acceso limpio, protegido y anónimo para los
hombres, pero no es limpio ni protegido ni anónimo para las mujeres.
Ahora mismo hay mujeres que están siendo grabadas en vivo a través de la
red, para hombres que pagan por minuto, esto permite a los hombres dar
órdenes -quiero esto o esto, muévete así- por la computadora, lo cual
supone exactamente lo mismo que la prostitución. Ellos no tocan pero
ella debe tocarse, es dominación sexual. No hay una distinción entre
prostitución y pornografía.
-¿Cual es el rol de
los hombres entonces cuando aparecen junto a esas mujeres en la
pornografía?
Como dices los hombres a veces
están ahí, muchas veces no, pero en ocasiones sí. Están ahí ejerciendo
un rol de identificación. Los hombres que miran se identifican con
ellos, usan a las mujeres a través de esos hombres. De algún modo estos
hombres están a la vez dentro y fuera de esta industria. Tienen más
poder que las mujeres pero menos poder que los otros hombres, son
utilizados de otra manera. No es sencillo ser este hombre, tampoco hay
mucha dignidad en su posición, pero ésta no deja de ser mejor que la de
las mujeres. Pueden excitarse cuando quieren cosas que no pueden hacer
ellas.
-Usted estuvo representando a mujeres
croatas y bosnias en el caso Kadic contra Karadzic…
Entonces
las violaciones fueron consideradas como un crimen de genocidio, hasta
entonces se consideraban como crímenes de guerra, pero en este caso,
como en el de Sudán, pensamos que era necesario considerarlo crímenes de
genocidio. Y así fue por primera vez en la historia.
-Actualmente
ejerce como asesora especial en materia de género del fiscal de la
Corte Penal Internacional, el argentino Luis Moreno Ocampo ¿podría
citarnos los casos más relevantes en los que han venido trabajando?
Uno
de los casos más importantes es el de los niños soldados reclutados por
[Thomas] Lubanga. Su reclutamiento supone un crimen. Estos niños y
niñas usan armas, se drogan como soldados pero no es posible que tengan
responsabilidad de soldados. Fueron obligados a violar y a matar. La
dimensión de género existe porque son niños y niñas violados y violadas.
A los varones se les enseña a violar lo que supone una herida para toda
la vida, en las relaciones con las otras personas y para sus
posibilidades de crear en un futuro familias y tener relaciones con
mujeres en igualdad.
Argenpress
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